lunes, 12 de septiembre de 2016

Una entre muchas (músicas)

El universo musical que en Occidente es denominado con mayor o menor acierto como "Música clásica o culta", se ve inmerso desde hace relativamente pocos años en una posición social y cultural difícil de calificar, al menos comparándola a otros períodos más o menos distantes en el tiempo al nuestro que nos toca vivir.

Estamos en la actualidad en la era que los sociólogos y filósofos conocen como "era postmoderna", también llamado posmodernismo, al menos así definen al tiempo cultural y sociológico que se desarrolla en nuestros días y de límites temporales imprecisos, en todo caso existente desde más o menos finales del siglo XX pasado.

Esta era de la posmodernidad se caracteriza entre otras cosas como el período histórico en el que las verdades trascendentes, los sistemas ideológicos y totalizadores que hasta hace no mucho imperaban en el mundo llamado occidental, y que servían de faro moral incuestionable, se vinieron abajo, o cuando menos dejaron de tener el monopolio ético que durante siglos habían sin ninguna duda ostentado.Un ejemplo es la moral cristiana que durante mucho tiempo era medidora de lo que era ética y sociálmente correcto. Aunque el Ateísmo es desde hace siglos una opción ética pujante, la moral sexual y la ética dominantes desde el punto de vista social eran casi monopolizadoras, al menos en occidente, insisto. Salirse de los establecido era ponerse en riesgo de exclusión moral ante los demás. Esta posición dominante se vino abajo, o al menos empezó a serlo desde las revoluciones sexuales de Mayo del 68, hoy en día la moral, esa moral Cristiana ya no tiene el monopolio de la verdad.

Nuestra época, la era posmoderna, se caracteriza entre otras cosas por la relatividad moral y ética, por el fin de la historia y su progreso, y por el relativismo cultural, donde se dice que "todas las culturas y civilizaciones de la humanidad han aportado por igual al progreso humano", idea esquematizada en ese famoso aforismo que dice que "un par de botas equivalen a Shakespeare", y por la variedad inmensa de propuestas artístico-culturales, a las que por supuesto pertenece la música. Ahí es donde entra en escena y aparece el mundo musical conocido como "música clásica".

La posición dominante desde el punto de vista artístico que esta música ha ejercido desde su atalaya de forma indiscutible durante siglos en el imaginario colectivo, está en peligro desde hace no demasiados años, desde la irrupción de los medios de comunicación de masas, y desde la sacralización del relativismo cultural que promueve la posmodernidad.
Si hasta hace relativamente pocos años la tradición musical encarnada en un canon más o menos identificable y fácil de seguir al que pertenecen de manera indiscutible músicos como Bach, Chopin o Stravinsky, por citar a tres de dominio más o menos público, era tenida como paradigma del arte musical occidental, esa posición dominante indiscutible ya está en entredicho con la irrupción de otros géneros musicales que hoy en día forman parte de la vida cotidiana de cualquier persona con un mínimo de inquietudes. El jazz es un ejemplo, los músicos afroamericanos han elegido esa música para expresar sus inquietudes musicales, el número de personas negras que se dedica a la música clásica es muy escaso.
No es objeto de este artículo el juzgar si esas opciones son más o menos equiparables desde el punto de vista artístico, entre otras cosas porque la propia perspectiva postmoderna ha difuminado o alterado los criterios artísticos para hacerlo, pero no reconocer que a día de hoy existen otras propuestas artístico musicales tan o más importantes socialmente hablando que la clásica, es una actitud similar a la del avestruz que mete la cabeza en la tierra y así cree que el peligro desaparece.
La música clásica tiene un reto, y es el de saber adaptarse a la nueva situación e intentar encontrar su sitio al que esa sociedad y era lo ha relegado sin quedar como un reducto del pasado.
Su propia superviviencia va en ello.