sábado, 27 de noviembre de 2010

Música… ¿existe? Art. IV

Una de estas reacciones de uno de nuestros hipotéticos interlocutores después de ser preguntado por la música culta o clásica es fruncir el entrecejo, y dudar… dudar de si estás hablando en serio. Preguntarle a alguien por Bach, Chaikovsky o Webern es condenarse a cambiar inmediatamente de conversación, ser eternamente aspirante a un intercambio onanista de hechos musicales, amor autocomplacido.
No soy de ese tipo de gente que afirma que la cultura musical es inexistente en nuestro país, ese argumento me parece muy muy trillado a estas alturas, es cierto que no es para tirar cohetes, pero si hay personas, y bastantes, interesadas en la música pero… ¿en cuál o cuales?
Flamenco, rock en sus múltiples estilos, jazz, música ligera… si, pero ¿clasica?...pocos. No hay más que encender la radio, la tv u hojear un periódico para corroborar lo que digo. Vivimos en un mundo copado culturalmente por yanquilandia, y escapar a su influencia es muy difícil, asi son las cosas, y se querrá o no negarlo pero un hecho es evidente, las miras musicales de la mayoría de las personas no abarcan, siendo generosos y mirando hacia atrás, más de cincuenta años (albores del rock and roll, blues o swing). El que tenga entre sus gustos estas músicas podrá alardear ante la mayoría de los mortales de “entendido musical”, sibarita y exigente (aunque en realidad no tengan la mayoría ni puñetera idea).
Ese es el bagaje histórico en la llamada música popular y ese, si somos observadores, es el que llena y copa la mayoría de las páginas de los periódicos. En la música popular, el tiempo musical empieza por arte de birlibirloque poco más allá de hace cinco décadas, lo demás no existe.
En la música culta existe algo parecido pero al revés, el tiempo se detuvo, salvo excepciones, en las primeras décadas del s.XX, el repertorio acaba, salvo honrosas y contadas excepciones en esta época (aunque esto es patrimonio de otro artículo, no quiero desviarme del tema).
Si, como dije antes, tienes la oportunidad de departir con alguna persona de sus gustos musicales y tienes la osadía de preguntarle si le gusta la clásica, seguramente te dirá que no, y seguramente te dará como argumento que es una persona de su tiempo, que escucha y se interesa por la música de su época, y que la clásica no lo es, es y pertenece al pasado, no al presente, y que en definitiva no tendría por qué estar interesado en ella. Entonces es cuando tu deberías preguntarle si le gusta la pintura, el arte, si va a museos y a exposiciones, y seguramente te afirmará que si, que va con frecuencia. Entonces no deberás tener duda de que nos encontramos ante uno de los tipos a los que me refería en mi artículo anterior, gente que otorga gran importancia artística y cultural a la pintura pero ninguna o poca a la música. ¿Por qué digo esto?
Porque esta persona no tiene ningún problema en asistir a exposiciones de pintores y artistas del pasado, de otras épocas y decirlo, pero no se le pasa por la cabeza hacer lo mismo con músicos de otras épocas, del pasado. Es decir, lo que concede a la pintura, no lo hace con la música, ni hablar.
Y yo pregunto:
¿Por qué sucede esto? ¿No será que el papel que ocupa la música en nuestra sociedad actual está alejado del papel artístico que ocupan, por ejemplo pintores o escritores? Dicho de otra forma, los músicos son relegados a roles diferentes del arte, y más bien relacionados con algo parecido al bufón? (Continuará)

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