sábado, 25 de septiembre de 2010

Música… ¿existe? Art. I

El título con el que encabezo el artículo no es fruto de la broma, ni de la inconsciencia, ni por supuesto de la metafísica. Cualquier persona sana, con dos oídos que funcionen o hayan funcionado medianamente bien alguna vez podrán contestar sin ningún género de dudas afirmativamente a esta pregunta… la música por supuesto que existe ¿Cómo dudarlo?
En casa…en el coche…en el metro, bares, discotecas, en tiendas, por la calle, en el cine, teatro, televisión, durante las fiestas, en conciertos, incluso… en ascensores o cuando vamos al dentista…



La presencia de la música parece evidente por todas partes, y más que nunca. Jamás en la historia se disfrutó de tal cantidad de música como ahora, y sin embargo por más que pienso en ello, más necesaria se me antoja la pregunta:
¿Existe la música?
Cuando planteo esta pregunta, el objetivo de la misma es inquirir sobre algo que va mucho más allá de la mera presencia física a nuestro alrededor, hecho que, como dije más arriba, parece evidente a cualquiera.
Estoy convencido de que la eterna y permanente presencia de la música en la sociedad de nuestro tiempo es algo más efímero que nunca, algo que a fuerza de ser repetido y machacado a perpetuidad hace que no se valore, y que a la larga incluso se ignore. Nos hemos acostumbrado tanto a su presencia, que no se la valora como se debiera, y comparativamente con épocas pasadas, se la menosprecia.
Encendemos la radio, e inmediatamente somos bombardeados por música de todo tipo, cualquier motivo es bueno:
Para vendernos tal o cual producto milagroso que nos dejará guapísimos en un santiamén, o para acompañar y dramatizar cierta triste noticia que acaba de ocurrir en la otra parte del mundo, incluso en minutos de “silencio” antes de comenzar algún partido; eso ya es el colmo, lo que debiera ser un sentido homenaje a alguien que acaba de morir, se convierte en una pantomima teatral con música de fondo. ¡Por lo menos cámbienle el nombre, que ya no se llame minuto de silencio, hombres de Dios¡¡¡
Todos los anteriores son ejemplos de uso banal y estereotipado de la música en el mundo en que vivimos, de algo que está en el fondo pero que no es lo más importante. ¿Por qué digo esto? Porque el uso en estos y otros casos de música sólo sirve de condimento o adorno al hecho más importante, véase en los ejemplos que he puesto, vender un producto, contar una noticia o hacer un homenaje a alguien. La música no es un fin en sí misma, es un medio para conseguir algo.(Continuará)

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